Clara García de Cortázar
San Sebastián, 20 mar (EFE).- El intercambio de viviendas es una opción en auge en España, donde los ciudadanos se resisten a que la crisis económica termine también con sus vacaciones y optan por este sistema para viajar a cualquier lugar del mundo con el ahorro que supone evitar alojarse en un hotel o comer siempre en restaurantes.
España, Italia, Turquía, Egipto, Senegal, China, Vietnam, Tailandia, Argentina, Perú, Estados Unidos y Canadá son algunos de los destinos que se ofrecen en los diversos portales de internet dedicados al trueque de casas, que han proliferado notablemente en los últimos tiempos.
La crisis económica ha incidido en los hábitos de vida de muchos españoles, que se han visto obligados a cambiar el "menú del día" por la fiambrera y el viaje a Cancún por una estancia en la casa del pueblo o en la vivienda de algún familiar o amigo caritativo.
Sin embargo, esta alternativa ofrece la posibilidad de alojarse en una villa paradisíaca en la isla mexicana de Cozumel o en un piso ubicado en pleno Manhattan siempre y cuando el interesado esté dispuesto a intercambiar su vivienda, que no tiene por qué ser el domicilio habitual y puede tratarse de una segunda residencia.
María Ángeles Sas, responsable en España de la organización Intervac, pionera en este tipo de intercambios, ha explicado a Efe que no es un servicio novedoso sino que se creó en 1953, cuando un profesor holandés y otro suizo "quisieron sacar partido de sus largas vacaciones" e idearon este sistema, que experimentó un gran apogeo con el desarrollo de internet, ya que con anterioridad funcionaba a través de la publicación de catálogos con fotografías.
El procedimiento suele ser similar en todas las web, algunas de las cuales son gratuitas, mientras que otras exigen una tasa de suscripción anual, que puede oscilar entre los 45 y los 150 euros aproximadamente, para publicar la información del usuario, que tiene la opción de incluir varias fotografías y detalles de la vivienda.
Posteriormente, los miembros del club entran en contacto para acordar las fechas del cambio y dejar claras algunas cuestiones fundamentales como si se canjean también los coches, se aceptan animales o quién correrá con los gastos corrientes que se originen en los respectivos domicilios.
"Dejar la casa tal y como está" es la regla fundamental de este tipo de intercambios, que habitualmente suelen ser simultáneos y que ofrecen la posibilidad de tener un alojamiento gratuito en un momento en el que las vacaciones anuales ya no se ciñen al verano sino que se reparten a lo largo de todo el año con salidas también en Semana Santa, Navidades y algunos puentes largos.
María Ángeles Sas ha comentado que en España sí se detecta un auge en este tipo de servicios, cuyo éxito se demuestra en que los socios repiten y que apenas se producen quejas.
"La gente tiene miedo" de que le pinten las paredes o le roben las cosas, pero "esto afortunadamente no pasa", sino que los problemas suelen producirse por malentendidos derivados, por ejemplo, de la falta de conocimiento del idioma y las prisas.
Esto puede hacer que no entiendas parte de un mensaje que te envían, no le des importancia porque ya no tienes tiempo y, sin embargo, indique que tienes que cortar el césped o alimentar al gato durante tu estancia en la otra vivienda, ha comentado.
Salvo este tipo de incidencias, el balance suele ser positivo como lo demuestra la propia María Ángeles Sas, quien ya ha viajado a través de este sistema a Canadá, Estocolmo, Portugal, Italia, Alemania, Florencia, San Sebastián u Oviedo y siempre ha tenido experiencias satisfactorias, aunque aclara que nunca está de más tomar pequeñas precauciones como cubrir con un mantel la mesa que tanto te gusta o retirar los objetos de valor que se pueden romper.
Las páginas web dedicadas a estos trueques recogen testimonios de algunos de sus usuarios como Kiki y Jean-Claude, de París (Francia), que han pasado dos estupendos meses en Nueva Zelanda, o Bill Zimmerman, quien disfruta de una estancia en un piso de la villa gala de La Ciotat, cuyos dueños están en su domicilio de San Diego (California).
Cuando apenas quedan tres semanas para las vacaciones de Semana Santa, el intercambio de viviendas se presenta como una alternativa para organizar un viaje "low cost" con opción, sin embargo, a "cruzar el charco".
San Sebastián, 20 mar (EFE).- El intercambio de viviendas es una opción en auge en España, donde los ciudadanos se resisten a que la crisis económica termine también con sus vacaciones y optan por este sistema para viajar a cualquier lugar del mundo con el ahorro que supone evitar alojarse en un hotel o comer siempre en restaurantes.
España, Italia, Turquía, Egipto, Senegal, China, Vietnam, Tailandia, Argentina, Perú, Estados Unidos y Canadá son algunos de los destinos que se ofrecen en los diversos portales de internet dedicados al trueque de casas, que han proliferado notablemente en los últimos tiempos.
La crisis económica ha incidido en los hábitos de vida de muchos españoles, que se han visto obligados a cambiar el "menú del día" por la fiambrera y el viaje a Cancún por una estancia en la casa del pueblo o en la vivienda de algún familiar o amigo caritativo.
Sin embargo, esta alternativa ofrece la posibilidad de alojarse en una villa paradisíaca en la isla mexicana de Cozumel o en un piso ubicado en pleno Manhattan siempre y cuando el interesado esté dispuesto a intercambiar su vivienda, que no tiene por qué ser el domicilio habitual y puede tratarse de una segunda residencia.
María Ángeles Sas, responsable en España de la organización Intervac, pionera en este tipo de intercambios, ha explicado a Efe que no es un servicio novedoso sino que se creó en 1953, cuando un profesor holandés y otro suizo "quisieron sacar partido de sus largas vacaciones" e idearon este sistema, que experimentó un gran apogeo con el desarrollo de internet, ya que con anterioridad funcionaba a través de la publicación de catálogos con fotografías.
El procedimiento suele ser similar en todas las web, algunas de las cuales son gratuitas, mientras que otras exigen una tasa de suscripción anual, que puede oscilar entre los 45 y los 150 euros aproximadamente, para publicar la información del usuario, que tiene la opción de incluir varias fotografías y detalles de la vivienda.
Posteriormente, los miembros del club entran en contacto para acordar las fechas del cambio y dejar claras algunas cuestiones fundamentales como si se canjean también los coches, se aceptan animales o quién correrá con los gastos corrientes que se originen en los respectivos domicilios.
"Dejar la casa tal y como está" es la regla fundamental de este tipo de intercambios, que habitualmente suelen ser simultáneos y que ofrecen la posibilidad de tener un alojamiento gratuito en un momento en el que las vacaciones anuales ya no se ciñen al verano sino que se reparten a lo largo de todo el año con salidas también en Semana Santa, Navidades y algunos puentes largos.
María Ángeles Sas ha comentado que en España sí se detecta un auge en este tipo de servicios, cuyo éxito se demuestra en que los socios repiten y que apenas se producen quejas.
"La gente tiene miedo" de que le pinten las paredes o le roben las cosas, pero "esto afortunadamente no pasa", sino que los problemas suelen producirse por malentendidos derivados, por ejemplo, de la falta de conocimiento del idioma y las prisas.
Esto puede hacer que no entiendas parte de un mensaje que te envían, no le des importancia porque ya no tienes tiempo y, sin embargo, indique que tienes que cortar el césped o alimentar al gato durante tu estancia en la otra vivienda, ha comentado.
Salvo este tipo de incidencias, el balance suele ser positivo como lo demuestra la propia María Ángeles Sas, quien ya ha viajado a través de este sistema a Canadá, Estocolmo, Portugal, Italia, Alemania, Florencia, San Sebastián u Oviedo y siempre ha tenido experiencias satisfactorias, aunque aclara que nunca está de más tomar pequeñas precauciones como cubrir con un mantel la mesa que tanto te gusta o retirar los objetos de valor que se pueden romper.
Las páginas web dedicadas a estos trueques recogen testimonios de algunos de sus usuarios como Kiki y Jean-Claude, de París (Francia), que han pasado dos estupendos meses en Nueva Zelanda, o Bill Zimmerman, quien disfruta de una estancia en un piso de la villa gala de La Ciotat, cuyos dueños están en su domicilio de San Diego (California).
Cuando apenas quedan tres semanas para las vacaciones de Semana Santa, el intercambio de viviendas se presenta como una alternativa para organizar un viaje "low cost" con opción, sin embargo, a "cruzar el charco".