El estudio realizado por científicos italianos revela que los movimientos del volcán propician las existencia de fisuras.
Agencia EFE
Un grupo de científicos italianos ha descubierto que el volcán más activo de Europa, el Etna, situado en la costa oriental de Sicilia, se infla y se desinfla por la presión de su magma interno, mientras cada año se expande más de un centímetro en dirección al mar.
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Un grupo de científicos italianos ha descubierto que el volcán más activo de Europa, el Etna, situado en la costa oriental de Sicilia, se infla y se desinfla por la presión de su magma interno, mientras cada año se expande más de un centímetro en dirección al mar.
Este descubrimiento, recientemente publicado en la revista científica estadounidense Geophysical Research Letters, es fruto de una investigación liderada por Marco Neri, del Instituto Italiano de Geofísica y Vulcanología (INGV).
"Durante una decena de años el Etna ha acumulado una grandísima cantidad de energía en forma de magma debajo de la superficie. La presión del magma ha hecho que se inflara como un panetone dentro de un horno, hasta que se ha superado el límite de resistencia y ha explotado" explica Neri en una entrevista con Efe.
"Desde ese momento -añade- el magma ha llegado a la superficie a través de fisuras que se abren en las laderas del volcán. Esto sucede aún hoy. Estas fisuras han causado erupciones de muchísima cantidad de magma. Como un soufflé que se desinfla".
El científico utiliza el ejemplo gastronómico para explicar unas conclusiones a las que ha llegado gracias a una compleja técnica de observaciones de la superficie terrestre mediante satélite que permitieron estudiar los procesos geológicos registrados por el Etna desde el año 1992. En esos últimos diecisiete años, los investigadores italianos han descubierto que el volcán, uno de los mayores del mundo con un diámetro de unos 45 kilómetros, se expande y contrae, lo que propicia la existencia de fisuras que amenazan a las poblaciones cercanas.
"Hay más riesgo de erupciones a baja cota, porque se abren estas fisuras en la ladera del volcán y pueden alcanzar cotas muy bajas, de sólo unos pocos metros por encima del nivel del mar", comenta Neri, quien explica que a todo ello se debe añadir la inestabilidad geológica que manifiesta la ladera oriental del Etna, la que da al mar.
Esa ladera centra otra de las claves de su investigación, pues en ella se produce un movimiento de expansión de la superficie hacia el mar de más de un centímetro cada año, que puede llegar a ser, incluso, mayor durante algunos periodos.
Es un movimiento que la gente no advierte pero que "cuando sucede lo que sucedió a finales de los años 90, es decir, una acumulación de magma tan imponente, se produce una aceleración del movimiento lateral del volcán", indica el científico. En aquel momento, la parte más inestable del volcán llegó a extenderse incluso uno o dos metros hacia el sureste, produciendo una serie de terremotos muy destructivos, como el que en 2002 dejó a unas mil personas sin hogar en la localidad de Santa Venerina.
Los datos que los científicos italianos han presentado corresponden sólo a los últimos diecisiete años, pero están convencidos de que estos fenómenos, que condicionan muy lentamente el devenir de los vecinos del volcán, vienen produciéndose en el Etna desde siempre.
Actualmente, desde 2001, el Etna atraviesa una fase de descarga o "deshinchado", en la que se producen algunas erupciones de lava en las laderas del volcán, la última en mayo del año pasado.