Sicilia. Una isla de vino
La isla más grande del Mediterráneo está llena de sorpresas vinícolas y se desmarca con tintos originales y, casi siempre, de excelente relación calidad-precio. Tienen la personalidad de las variedades autóctonas, con la nero d’Avola a la cabeza, y ese sabor a sol propio de los vinos meridionales que tan bien conoce el aficionado español.
Sicilia es un placer para los turistas. En su limitada extensión pueden avistar las cumbres nevadas del Etna, contemplar campos de cereales y de naranjas, dejarse seducir por sus bellas colinas y disfrutar de las cálidas aguas del Mediterráneo.
El relieve sinuoso permite jugar con múltiples orientaciones en un viñedo que lleva echando raíces probablemente desde bastante antes que se erigieran esos bellos templos griegos que hoy constituyen uno de los grandes reclamos turísticos de la isla.
SICILIA DE UN VISTAZO:
• Gran productora. Con unas 200.000 hectáreas de viñedo, es una de las regiones vinícolas más importantes de Italia.
• Paisaje mediterráneo. Escenario de convivencia de vid y olivo, su relieve ligeramente montañosos y con gran cantidad de colinas, los suelos pobres, la escasa pluviometría y los largos y cálidos veranos configuran unos vinos netamente mediterráneos.
• Revolución vinícola. Si su industria vinícola solía apoyarse fundamentalmente en la cantidad, la década de los ochenta del siglo XX alumbra el nacimiento de productores comprometidos con la calidad que no trabajan necesariamente bajo el paraguas de las denominaciones de origen,
• Variedades. La gran estrella siciliana para vinos tintos es, sin duda, la nero d’Avola, que puede encontrarse vinificada como monovarietal o en compañía de variedades foráneas. Como ocurre con la mayoría de regiones italianas, el patrimonio de uvas autóctonas es especialmente rico. Otras uvas tintas: nerello mascalese, nerello capuccio, frappato, fiano, aglianico. Uvas blancas: catarratto, inzolia, grillo, moscato di Panteleria, malvasia. Uvas foráneas de amplia presencia: cabernet sauvignon, merlot, syrah, chardonnay.
• Algunos productores destacados. Duca di Salaparuta, Regaleali, Torre di Ginestra, Settesoli, Planeta, Ceuso, Cusumano, Fazio Wines, Tasca d’Almerita, Donnafugata, Gulfi, Valle dell’Acate.
La diversidad geográfica es impactante y esto da alas al vino. Así lo están demostrando desde hace algo más de 20 años una serie de elaboradores punteros que han dado argumentos más que suficientes para que el aficionado vaya a buscar más allá de Piamonte y Toscana.
La superficie del viñedo siciliano, desde luego, es tanta como la suma de estas dos regiones consagradas de Italia, pero, al igual que ha ocurrido con muchas zonas españolas, su imagen estaba asociada a la cantidad más que a la calidad, y sus grandes vinos tradicionales eran dulces.
Además del moscato di Pantelleria y la malvasia delle Lipari, fue el marsala el que llevó más lejos la fama de los vinos sicilianos. Como la mayoría de vinos históricos de la Europa meridional (oporto, madeira, jerez) es un producto fortificado que se ha visto relegado a un segundo plano por la abrumadora moda de los vinos de mesa (tintos en especial), más acorde con el ritmo de vida actual que una bebida de alto grado para prolongar la sobremesa.
Por si entre nuestros lectores hay algún amante de los clásicos, le recomendamos que busque los marsala “vergine”, los de más prolongado envejecimiento y mayor calidad.
En clave de modernidad
Pero la Sicilia del siglo XXI ha mirado en otra dirección para reinventarse a sí misma. El resurgimiento, repitiendo la historia de otros países y regiones vinícolas, se ha apoyado en la entrada de algunas variedades foráneas (cabernet, merlot, syrah, chardonnay...), pero sobre todo en el trabajo, cualitativamente al alza, realizado con la nero d’Avola.
Esta variedad tinta responde especialmente bien a la crianza en madera y da vinos con cuerpo y capaces de envejecer. De hecho, se ha convertido en “la uva” siciliana por excelencia, cada vez más conocida y demandada fuera y dentro de Italia. Comparada en algunas ocasiones con la syrah, y con entidad suficiente para competir con uvas consagradas como su compatriota la sangiovese, o tal vez con una tempranillo española, o incluso una cabernet, está en la agenda de todos aquellos aficionados del mundo que, cansados de beber a todas horas uvas internacionales, buscan nuevos sabores sin perder calidad ni consistencia en sus vinos.
¿Dónde encontrar la nero d’Avola?
La nero d’Avola participa en algunas denominaciones de origen como Marsala o Cerasuolo di Vittoria, pero la mayoría de elaboradores punteros que la vinifican sola o en compañía de otras uvas tienden a ofrecerla con la designación genérica (IGT o Indicazione Geografica Tipica) de Sicilia, aunque en este momento se está a la espera de la aprobación de una DOC (Denominazione di Origine Controllata) Sicilia.
Además, la fama que va adquiriendo paulatinamente la variedad empieza a ser suficiente como para que su nombre esté presente en la etiqueta, así que al aficionado que visite Sicilia no le debería ser especialmente difícil encontrar estos tintos que representan, mejor que ningún otro, la nueva vanguardia de los vinos sicilianos.
Rosso delle Rose
Y TodoVino ha seleccionado uno de ellos para ofrecérselo en exclusiva. Está elaborado por Masseria del Feudo Grottarossa, una azienda de 110 hectáreas en la que el vino ocupa un lugar junto a los árboles frutales, los olivos e incluso los animales, ya que cuenta con algo más de 50 vacas lecheras.
La firma se vanagloria de que sus viñedos, ubicados en un antiguo feudo perteneciente al marqués Branciforti, se asientan en el único lugar de la propiedad donde se ha cultivado la vid desde 1860. El mismo escenario en el que, hace unos veinte años, se realizaron las primeras experimentaciones de la isla con una variedad extranjera: la chardonnay, aunque sin descuidar la investigación de las uvas autóctonas.
Rosso delle Rose 2002 refleja en cierto modo esta encrucijada de caminos, ya que está elaborado a partes iguales con la gran uva tinta local, la nero d’Avola, y con la syrah, originaria del Ródano. El resultado es un tinto con un cierto estilo internacional pero de vocación netamente mediterránea: fruta madura, toques balsámicos, goloso en boca, con taninos pulidos que lo hacen muy agradable de beber y un componente aromático que le da mayor dimensión en boca y proporciona un final de buena persistencia.