de Horacio Guillén *
No se puede decir si es verdad, o no, que los italianos en el extranjero "no están más de moda", como escribe en un editorial en Corriere della Sera, Gian Antonio Stella, periodista con un gran conocimiento de causa del fenómeno de la emigración, que desde hace muchos años fustiga los derroches y los errores de cierta clase política italiana.
El autor de "La Casta", escrita junto a Sergio Rizzo, que cuenta con datos precisos los costos y privilegios de los políticos, revela la relación inversamente proporcional entre los derroches de la administración pública italiana, siempre en aumento, y los fondos destinados a los italianos en el mundo, siempre en disminución. Los italianos en el extranjero no cuentan para amplios sectores de la mayoría que sostiene al gobierno y, también, para algunos exponentes de la oposición, que quisieran eliminar cuanto antes su derecho al voto. Es por este motivo que se revelan los fraudes y las interferencias de la delincuencia organizada incidiendo sobre el resultado de las elecciones fuera de Italia - con el objetivo de minar las bases del derecho a voto de los emigrados y exponiéndolos al juicio negativo de la opinión pública italiana - como si esto hubiera sido organizado por los italianos de la diáspora, y no contra ellos, y olvidándose que quienes tenían la obligación de vigilar el normal desarrollo del voto no lo hicieron, ni se realizó la investigación necesaria para aclarar quién metió en las listas del extranjero personajes impresentables. No es la primera vez que esto sucede, porque no es más que la repetición de lo que sucedión en el 2006.
Lo mismo se puede decir del procedimiento legislativo que lleva adelante la revisión del régimen sobre la ciudadanía italiana "ius sanguinis", que viene siendo postergado sin una fecha precisa, mientras la actual ley 91/92 permite asuntos de personajes que nada tienen que ver con la legalidad y que aprovechan los agujeros negros de la mencionada normativa para tomar el dinero de quienes verdaderamente tienen el derecho de ser reconocidos como ciudadanos.Mientras tanto ni la mayoría de nuestros representantes ni los COMITES ni los CGIE parecen ser capaces de hacer una propuesta para mejorar el sistema de voto en el extranjero y para exigir de parte de la magistratura y de parte de los máximos estamentos del gobierno italiano el máximo rigor hacia todos los que se han prestado, en Italia y fuera de ella, a acciones que desprestigiaron tanto el voto como el valor de la ciudadanía iure sanguinis.
Pedir, por lo tanto, al Estado, reducir los gastos y el despilfarro de la casta política, para encontrar recursos con el objetivo de invertir en las comunidades de italianos en el extranjero, pero no como una suerte de dádiva, sino favoreciendo la investigación y las innovaciones que los jóvenes puedan llevar adelante, de forma tal que sea provechoso para Italia como para los países que recibieron a los emigrantes. No queremos escuchar nuevamente las frases hechas "deuda de honor", "recurso importante". Queremos ver compromisos verdaderos, concretos y no indeterminados; un repensamiento en materia de estímulos, una atención mayor a este sector que - sin dudas - es fundamental.
* Abogado, representante legal de FESISUR