Durante mucho tiempo, después de la caída del Imperio Romano, el idioma escrito en Italia fue el latín: la lengua de la diplomacia, de la iglesia y de la literatura. Pero junto a este latín “culto” existía también el latín hablado, que se fue transformando continuamente con el uso cotidiano, dando lugar a una gran variedad de “latinos regionales”, de los cuales derivaron las lenguas vulgares, los lenguajes del pueblo.
En Italia los primeros documentos escritos en lengua vulgar datan de los siglos VII y VIII, (se trata de certificados de denominacion de origen) del siglo IX hay una adivinanza, y del siglo X contamos con testimonios de unos campesinos en un juicio entre el monasterio de Montecassino y un tal Rodelgrino d’Aquino.
Solo a partir del siglo XIII se usará el vulgar para obras poèticas (en Umbria, en Lombardìa y en el Veneto para obras literarias de caràcter religioso; en Sicilia y Toscana para obras de caràcter amoroso y civil). El mérito es sobretodo de los poetas sicilianos de la corte de Federico II de Svevia, que intententaron elaborar un lenguaje “vulgar” que tuviera dignidad literaria y que fuera usado por los escritores de las diferentes regiones.
A partir de esa etapa, la lengua vulgar comenzó a diferenciarse cada vez más del latín, hasta transformarse en una lengua literaria: el Cantico delle Creature, de San Francisco de Asís, escrito presumiblemente en 1225, es el primer documento poético de la lírica vulgar italiana. La importancia que progresivamente fue asumiendo la nueva lengua fue esencialmente fruto de la civilización comunal: es en este contexto cultural que crece el pensamiento y la poesía de Dante, el primer artista en componer en latín vulgar florentino una espléndida obra poética - la Divina Comedia - y que, gracias a ésta, es considerado “el padre” de la lengua italiana. El latín sobrevivió - junto a la lengua vulgar - durante mucho tiempo.
Recién en 1800, con Alessandro Manzoni, se produjo la unificación idiomática de Italia, con el nacimiento del italiano: una lengua nueva, no literaria, sino común y comprensible para todos. El idioma italiano actual - luego de abandonar la rigidez de una lengua escrita de gran cultura - presta una creciente atención a las modalidades orales y a las posibilidades expresivas individuales. Se trata, por lo tanto, de un idioma más dúctil y rico que, frecuentemente, utiliza neologismos, expresiones regionales o construcciones particulares, elementos que aportan valores semánticos y afectivos.
En Italia los primeros documentos escritos en lengua vulgar datan de los siglos VII y VIII, (se trata de certificados de denominacion de origen) del siglo IX hay una adivinanza, y del siglo X contamos con testimonios de unos campesinos en un juicio entre el monasterio de Montecassino y un tal Rodelgrino d’Aquino.
Solo a partir del siglo XIII se usará el vulgar para obras poèticas (en Umbria, en Lombardìa y en el Veneto para obras literarias de caràcter religioso; en Sicilia y Toscana para obras de caràcter amoroso y civil). El mérito es sobretodo de los poetas sicilianos de la corte de Federico II de Svevia, que intententaron elaborar un lenguaje “vulgar” que tuviera dignidad literaria y que fuera usado por los escritores de las diferentes regiones.
A partir de esa etapa, la lengua vulgar comenzó a diferenciarse cada vez más del latín, hasta transformarse en una lengua literaria: el Cantico delle Creature, de San Francisco de Asís, escrito presumiblemente en 1225, es el primer documento poético de la lírica vulgar italiana. La importancia que progresivamente fue asumiendo la nueva lengua fue esencialmente fruto de la civilización comunal: es en este contexto cultural que crece el pensamiento y la poesía de Dante, el primer artista en componer en latín vulgar florentino una espléndida obra poética - la Divina Comedia - y que, gracias a ésta, es considerado “el padre” de la lengua italiana. El latín sobrevivió - junto a la lengua vulgar - durante mucho tiempo.
Recién en 1800, con Alessandro Manzoni, se produjo la unificación idiomática de Italia, con el nacimiento del italiano: una lengua nueva, no literaria, sino común y comprensible para todos. El idioma italiano actual - luego de abandonar la rigidez de una lengua escrita de gran cultura - presta una creciente atención a las modalidades orales y a las posibilidades expresivas individuales. Se trata, por lo tanto, de un idioma más dúctil y rico que, frecuentemente, utiliza neologismos, expresiones regionales o construcciones particulares, elementos que aportan valores semánticos y afectivos.
De todos modos, el italiano sigue siendo una lengua culta y refinada, muy estimulante para quienes se interesan en Italia por motivos de estudio, tradiciones familiares o curiosidad.
Nunca antes el italiano y la imagen de Italia habían tenido tanto éxito: algunas estimaciones indican que, en el ámbito mundial, son aproximadamente 200 millones las personas que hablan, estudian o desean aprender italiano.