martes, 7 de septiembre de 2010

Cómo hacer un puente cultural entre Buenos Aires y Milán

Por Guido Carelli Lynch

Clarín


Massimiliano Finazzer Flory


Hasta hace dos años el veneciano Massimiliano Finazzer Flory nunca había trabajado en política. Pero esa inexperiencia en la gestión no fue un problema para que asumiera como asesor de Cultura de la intendencia de Milán, una suerte de ministro del área. Habla en la confitería de un hotel 5 estrellas con las mismas frases con las que los políticos de larga trayectoria acostumbran a hacerlo. Es convincente cuando elogia su gestión y cuando defiende a la intendente de la ciudad más rica de Italia, Letizia Moratti, afín al premiere italiano Silvio Berlusconi. Pero no es político: Massimiliano Finazzer Flory es actor y director de teatro.

Vino a Buenos Aires para acompañar la presentación de la Scala de Milán y Daniel Barenboim en el reinaugurado Teatro Colón. Anoche volvía para Italia porque, en unas horas, cenará con Quentin Tarantino en Venecia, en la antesala de un nuevo festival cinematográfico. “La Scala fue el primer paso de un proyecto mayor. Si no podemos llevar a los argentinos a Milán, qué mejor que mostrar la ciudad a través de su cultura”, asegura sin anticipar nuevas acciones en ese sentido. Le gustaría acercar ambas ciudades . Por eso concretó con el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Guillermo Alonso, un convenio para que a partir de 2011 y hasta 2015 –cada año– una obra del acervo nacional viaje a Milán y una de allá se exhiba en el Museo. Por eso el próximo año llevará a Milán una muestra retrospectiva de Xul Solar. Por eso, minutos después de encontrarse con Clarín pensaba proponerle al ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi facilitar coproducciones cinematográficas entre Milán y Buenos Aires y abrir ambas ciudades a realizadores de los dos lados del Atlántico. También planea apoyar económicamente al Bafici. En cualquier caso, espera que el Estado argentino ratifique cuanto antes el convenio de cooperación cinematográfica entre ambos países. “Tal vez yo sea el que más ha hecho en Italia para festejar el Bicentenario argentino”, afirma antes de enumerar una velada de tango a cargo de “su amigo” Luis Bacalov, la retrospectiva de Juan José Campanella y el nombramiento de Valeria Mazza como madrina de la semana de la moda en Milán.

Aprende rápido Finazzer los gajes de su nuevo oficio, la política. La ExpoMilano 2015, una suerte de exposición universal que curará la mismísima intendente Moratti, le sirve para explicar su idea de la política cultural. “Tenemos que entender que la cultura es una economía alternativa . Durante la crisis de 2001, los teatros porteños estaban llenos. Quiere decir que hay una alternativa. En Milán es igual: si en Europa hay crisis, la alternativa es la cultura como modelo de desarrollo”, sentencia.

Asegura que cuando regrese a Milán relatará la experiencia de Timbre 4, la sala de teatro en Boedo de Claudio Tolcachir. “Aquí hay teatros pequeños para 40 o 50 personas.

Están muy adelantados en teatro contemporáneo y experimental”, dice.

En noviembre regresará por su cuenta a Buenos Aires. Presentará su espectáculo unipersonal El espejo de Borges , con música en vivo de Astor Piazzolla. “Es mi regalo personal a la ciudad de Buenos Aires y es mi deuda con Borges”, dice.

Deja de sonreír, de coquetear detrás de su look impecable, de su corbata a tono con sus ojos azules, y se pone serio cuando se declara futurista. “Italia se equivocó en haber ligado el futurismo al fascismo. Hablar de hoy es hablar de mañana. Italia no supo defender su cultura”, dice el actor político. Y se va a Italia.