En 1880 Puccini escribió la Messa di Gloria, a la vista de la cual un tío suyo, Fortunato Magi, decidió fomentar su educación musical. Después de estudiar música en el conservatorio de Milán y de muchas privaciones por sus escasos recursos (1880-1883), escribió su primera ópera Le Villi (1884), lo que le valió el encargo de una segunda ópera, Edgar (1889), y la amistad para toda la vida de Ricordi, uno de los principales editores musicales. Su tercera ópera, Manon Lescaut (1893), fue considerada obra de un genio. Sin embargo, La Bohème (1896), dirigida por Arturo Toscanini en su estreno en Turín, no fue bien recibida por el público, aunque algunas de sus arias se encuentran entre las más populares del repertorio actual. Pero sus siguientes composiciones lanzaron a Puccini a la fama mundial.
Otras óperas de este compositor son Tosca (1900), Madame Butterfly (1904), que no gustó en su estreno en La Scala de Milán, aunque más tarde fue un éxito cuando Puccini la revisó, La fanciulla del West (1910), La rondine (1917) y El Trittico, trilogía de óperas en un acto que comprende Il Tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi (1918). Falleció el 29 de noviembre de 1924 en Bruselas cuando componía Turandot, obra que completó Franco Alfano. Estrenada en 1926 es su ópera más exótica.
La Bohème, Tosca, Madame Butterfly y Turandot, las tres primeras con libretos de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, ya pertenecen al repertorio clásico y todas destacan por su suntuosa orquestación, melodías vocales sostenidas y un control del ritmo que permite manipular de forma eficaz la reacción emocional del público.
Uno de los temas recurrentes en sus óperas es la destrucción de una joven inocente a manos de una sociedad insensible. En Madame Butterfly la protagonista muestra una evolución emocional y una nobleza que convierten el final en una escena de gran dramatismo.