miércoles, 2 de septiembre de 2009

Sicilia: Pura historia mediterránea (Diario de Viajero)


El pasado y el presente se funden en Sicilia, una isla por la que han pasado muchas civilizaciones. En ella encontrarás una lección de historia y de arte, además de una buena gastronomía, excelentes vinos y… paz y tranquilidad por doquier.

Sicilia ha sido a lo largo de la historia una joya para infinidad de pueblos conquistadores. Su ubicación, en el centro estratégico del Mediterráneo, originó que las principales civilizaciones del mundo antiguo y hasta finales del S. XVIII sucumbieran a sus encantos. Griegos, romanos, bárbaros, españoles… todos ellos han dejado su huella en esta isla, que se asemeja a un triángulo isósceles. Pasear por sus calles se convierte en toda una lección de historia. En la antigua ciudad de Segesta, por ejemplo, podrás admirar un bello templo dórico del siglo V a.C. Y en Siracusa no dejes de visitar el Parque Arqueológico de la Neápolis o la catedral del Duomo en Ortigia.
También cerca de esta urbe se halla la Oreja de Dionisio, una cueva que recibe ese nombre por su peculiar forma y cuya acústica es excelente. Cuenta la leyenda que Dionisio fue un tirano que usaba esta caverna como prisión para los disidentes políticos ya que podía escuchar sus conversaciones gracias a la extraordinaria sonoridad de la gruta.
Otro de los tesoros que alberga Sicilia es el volcán Etna, con sus 3.323 m de altitud, que lo convierten en el más alto de Europa. Desde allí las vistas que se contemplan son únicas. En Cefalú, situada en la costa del Tirreno, acércate a un curioso lavadero medieval que allí se conserva. Podrás descansar a la sombra mientras tonificas tus pies en los chorros de agua procedentes del río Cefalino y recuperas fuerzas para darte un paseo por la playa.
De ‘passeggiata’ por palermo
Si lo que te gusta es ver iglesias y monumentos, Palermo es tu ciudad. La capital de Sicilia concentra numerosas obras de influencia medieval, así como una gran variedad de estilos. Como muestra, aproxímate hasta la plaza barroca de Quattro Canti, conocida como piazza Vigliena; en sus aledaños se erige también la tranquila iglesia de San Giuseppe dei Teatini. Las serenas estatuas clásicas son las protagonistas impertérritas de la Fontana Pretoria, enclavada en la piazza Pretoria.
De camino hacia el mar podrás perderte por el barrio en el que habitaba la nobleza siciliana, que tan bien retrató Lampedusa en su novela El Gatopardo y que llevó al cine Luchino Visconti. Has de saber que el mejor momento del día para callejear es el atardecer –una de las aficiones favoritas de los sicilianos es pasear (ellos lo llaman fare una passeggiata) –, cuando cae el sol por entre las vías principales. Más tarde, ya relajado, paladea un café o un refresco en la piazza Maggiore.

Influencia griega y árabe
La gastronomía es uno de los puntos fuertes de Sicilia. En ella perviven las diferentes culturas que han poblado la isla. En la parte oriental predomina la influencia griega, mientras que en la zona occidental la ascendencia de la cocina árabe es más que evidente.
No abandones la isla sin probar il falsomagro (chuleta de carne rellena de jamón, queso y huevo) o los involtini alla palermitana (rellenos de pan rallado, cebolla, pasas, piñones y queso, aromatizados con laurel). Que no se te olvide tampoco pedir pasta, ya sea con le sarde (preparada con sardinas típicas de la costa y el hinojo de los montes) o alla Norma (con salsa de tomate, berenjenas y ricotta salada).
En cambio, si prefieres el pescado no quedarás decepcionado degustando un riquísimo y fresco atún o un pez espada, preparados de imaginativas y sabrosas maneras. De postre, el dulce más típico de Sicilia es la cassata, una tarta a base de ricotta (requesón), azúcar, pan esponjoso, pasta real, fruta seca y azúcar glas.
Para rematar tu aventura gastronómica paladea un buen vino. Los más conocidos son el de Marsala, el de la provincia de Trápani, el Moscato (vino moscatel) de la isla de Pantelleria, la Malvasía de Lipari y el Nero de Avola (excelente).