viernes, 4 de septiembre de 2009

Guiseppe Tornatore va por la hazaña


Con un público entre el que se contó lo mismo con políticos que críticos de cine, el realizador italiano confirma ser un profeta en su tierra
VENECIA.- La edición número 66 de festival de cine de Venecia tuvo un arranque sentimental ayer con la película de Guiseppe Tornatore, un especialista en tocar fibras emocionales y más para el público italiano en Baaria, una historia ubicada en la Sicilia de principios del siglo XX.
El realizador, ganador del Oscar en 1990 por Cinema Paradiso, volvió a su tierra natal para narrar con espíritu nostálgico y tono épico casi un siglo de vida e ilustrar una Italia perdida, algo folclórica, aquella que resistió a dos guerras mundiales a través del descubrimiento de la política como hilo conductor.
Fuertemente autobiográfico, el filme Baaria fue recibido fríamente por los críticos cinematográficos, que no le concedieron aplausos durante la proyección especial para la prensa.“Es la cinta más impresionante que he visto, aconsejo a todos que la vayan a ver”, adelantó por su parte el primer ministro Silvio Berlusconi, quien apreció sobre todo el anticomunismo de la obra, financiada por Medusa, la casa de producción propiedad de su familia.
Pero el resto de las críticas no fueron tan suaves. “Todo decorativo, nada de sustancia”, apuntó Roberto Silvestri, del diario comunista Il Manifesto, entre los más irritados con la interpretación que Tornatore ofrece de la historia de su propio país y del deseo o la utopía de una parte de la población de cambiar el mundo por uno más justo.
Los graves conflictos que azotaron la península y en particular Sicilia, como el analfabetismo, la pobreza, dos guerras, el fascismo, la posguerra con sus divisiones, la Democracia Cristiana, el comunismo y el socialismo, al lado de la mafia, resultan edulcorados por el recuerdo.
Derroche total
Es cierto que para esta película Tonrnatore no se guardó nada. El filme, dedicado a su natal Bagheria, es uno de los más costosos realizados por Italia (25 millones de euros), con 150 minutos en la que participaron 300 actores, 35 mil extras y mil 431 músicos para interpretar las composiciones del maestro Ennio Morricone. Su elaboración duró dos años.
El filme parte de la década de los años treinta, cuando Peppino, hijo de un modesto campesino apasionado por la lectura, descubre las injusticias sociales, se lanza en la carrera política dentro del Partido Comunista y llega hasta la década de los años sesenta, tres generaciones después con sus movimientos de protesta y de liberación de la mujer.
La historia de amor del comunista Peppino (el debutante actor siciliano Francesco Scianna) y su mujer Mannina (la modelo también siciliana Margareth Madé), con la que tendrá muchos hijos, sirve de pretexto para contar la evolución de un pueblo, la liberación de Sicilia por los estadounidenses, las luchas de los campesinos por tierras, el poder de la mafia que asesina a sindicalistas y la decepción por la política.
“Espero que sirva para reflexionar sobre el presente. Sobre el reformismo, ya que creo que hay que aceptar la convivencia con personas que piensan de distinta forma que uno (...). Es necesario despertar las pasiones por los derechos civiles y morales, algo que se ha perdido”, explicó Tornatore durante la conferencia de prensa de presentación.
Además, el director de 53 años y que fuera militante del Partido Comunista italiano en su juventud, agradeció los elogios de “alguien con el que no estoy de acuerdo políticamente” como Berlusconi y resaltó que su filme “no es sobre Sicilia, es una alegoría que tengo la esperanza se pueda aplicar a otros países, en todo el mundo”. Y es que para el director no se trata de ganar, sino de contar.