En Italia se ha puesto en marcha «Jungo», el autostop «certificado» que garantiza ahorro y seguridad con un coste de veinte euros por tajeta y año. Atrás queda el pulgar levantado en señal de espera, el autostopista de hoy enseña su tarjeta «Jungo» que garantiza que es una persona de fiar. Si el conductor también es «Jungo» la garantía es doble, pero «como por ahora son pocas las personas que participan en esta iniciativa, el autostopista puede subirse a cualquier coche, y mandar a través de SMS los datos del conductor y el destino final», explicó a ABC el abogado Enrico Gorini creador de «Jungo».
Desde el pasado mes de julio, cuando dio inicio la fase experimental de «Jungo» en Trieste, se han inscrito 260 personas. Según las primeras estadísticas publicadas por «Jungo», el tiempo de espera para una mujer que hace autostop con este método es de una media de cinco minutos, mientras que un hombre tiene que esperar el doble.
«Queremos extender esta mentalidad a toda la población, que no sólo sea gente joven la que utilice la tarjeta, sino de todas las edades», sentenció Gorini.
Valor ético y moral
La idea de «Jungo» no es sólo una forma de rememorar una época pasada, sino de afrontar un desafío presente, como es el tráfico y la contaminación en las ciudades. «Queremos crear una corriente ideal de personas que piensan que es necesario reducir el tráfico en las ciudades», señaló Gorini poniendo en evidencia el valor «ético y moral de la iniciativa».
Desde el pasado mes de julio, cuando dio inicio la fase experimental de «Jungo» en Trieste, se han inscrito 260 personas. Según las primeras estadísticas publicadas por «Jungo», el tiempo de espera para una mujer que hace autostop con este método es de una media de cinco minutos, mientras que un hombre tiene que esperar el doble.
«Queremos extender esta mentalidad a toda la población, que no sólo sea gente joven la que utilice la tarjeta, sino de todas las edades», sentenció Gorini.
Valor ético y moral
La idea de «Jungo» no es sólo una forma de rememorar una época pasada, sino de afrontar un desafío presente, como es el tráfico y la contaminación en las ciudades. «Queremos crear una corriente ideal de personas que piensan que es necesario reducir el tráfico en las ciudades», señaló Gorini poniendo en evidencia el valor «ético y moral de la iniciativa».