ROMA.- Piazza di Spagna, una de las plazas más lindas del mundo, vibró al compás del dos por cuatro. En una velada organizada por la embajada argentina en Italia junto con la comuna para recordar el Bicentenario, miles de personas se deleitaron con tango tocado, cantado y bailado magníficamente.
En un marco fascinante, los asistentes -hubo muchos argentinos, tanto residentes como turistas- se sentaron y llenaron la famosísima escalinata que lleva a la Iglesia de Trinitá dei Monti o se quedaron de pie alrededor de la fuente de la "barcaccia" de Bernini.
De la mano del maestro Hugo Aisemberg (piano) y de su grupo Novitango, formado por su hijo Juan Lucas Aisemberg (viola), el joven Luciano Jungman (bandoneón) y Claudio Mangialardi (contrabajo), hubo tangos del pasado y del presente, que incluyeron obras de Gardel y de Piazzolla.
Aisemberg, uno de los máximos difusores de la obra de Piazzolla en Italia, donde vive desde hace más de 30 años -con un look parecido al del maestro, barba blanca y camisa negra-, no ocultó su emoción al exhibirse en medio de uno de los grandes tesoros artísticos de la península. "Tocar en este lugar es maravilloso, un gran honor", dijo a LA NACION. "Esperemos seguir tocando después del Bicentenario", agregó. El maestro destacó que juntar a su grupo fue toda una hazaña: su hijo viajó desde Berlín, y el bandoneonista, desde Berna. El único italiano del grupo es el contrabajista.
Junto a ellos actuó el cantante argentino Rubén Peloni, que estremeció a los compatriotas presentes cuando cantó "Mi Buenos Aires querido" y "Balada para un loco". Aunque los más aplaudidos de la noche fueron los bailarines Carla Calcaterra y Pablo García, que cautivaron al público con su sensualidad y elegancia. La gran pregunta era cómo había podido ella bailar tan bien sobre los "sanpietrini", como se llama el empedrado romano.
Elisabetta Piqué